El pasado miércoles salí temprano de mi casa para felicitar a mi mejor amiga Brenda por su cumpleaños y en búsqueda del financiamiento que mi padre me iba proporcionar para la noche. Regrese a comer y salí con dirección a Cd. Satélite, que fue el punto de reunión para de ahí y sin más escalas dirigirnos a nuestro destino, el lugar donde sucedería la magia: el Palacio de los Deportes, donde tendría lugar la segunda fecha de la gira de Zoe, Los Tres y Cerati. Llegamos temprano así que platicamos un rato y compramos los souvenirs antes de entrar, momento en que nos separamos ya que las secciones en nuestros boletos nos impedían permanecer juntos.
A las 8 en punto las luces se apagaron y Los Tres aparecieron en el escenario. Por fin los ritmos jazz-bluesseros que tienen sus canciones en vivo. Casi una hora de puro hitazo, rola tras rola nos hacían brincar, bailar y cantar. El Palacio retumbó cuando Meme salió para “olor a gas” y casi se cae al final de “déjate caer” con la presencia de Ruben y Quique. Cerca de ser excelente, de no ser por el poco tiempo que tocaron y por los molestos rebotes de que se ha hecho fama el lugar. Aún así bastante disfrutable, mi rola “la espala y la pared”.
Le toco el turno a Zoe, el grupo por el que menos emoción sentía. León salió sin voz, pidiendo en cada canción que le ayudarán a cantar y, según me cuentan quienes estuvieron cerca del escenario, parecía que su cuerpo estaba saturado de sustancias químicas que afectaban sus movimientos. Contaron con la participación de Nick McCarthy, guitarrista de Franz Ferdinand, que, bien lo comento mi hermana, estuvo muy desperdiciado. Pésimo, el sonido horrible, el repertorio igual y el cantante insultando al público. La primera vez que los veía y no me quedaron ganas de volver a hacerlo, mejor escucho las pocas canciones que me gustan de ellos en disco.
Finalmente el maestro, Gustavo Cerati. Apareció detrás de una manta que simulaba la portada del más reciente disco, Ahí vamos, y mientras sonaban los primeros acordes de “juegos de seducción” su sombra se proyectaba sobre dicha manda. Comenzó a cantary la cortina cayó. ¡Que hermoso es!, ¡que bella voz posee! y ¡que bien toca la guitarra!, tiene un gran carisma. De ahí en adelante dos horas de excelente música, tocando sobre todo canciones del nuevo disco pero recurriendo en repetidas ocasiones a éxitos de Soda Estereo o de él mismo. Guau! Sublime, el sonido mejoro increíblemente y se escuchaba muy bien. Mis rolas: “juegos de seducción”, “te para tres” (donde se hizo presente el efecto arbolito de navidad), “paseo inmoral” y “puente”.
Sí, valió totalmente la pena asistir, tuvo sus detalles, pero al final salí con una gran sonrisa en el rostro y muy buenos recuerdos que disfrutaré hasta que la memoria me lo permita.
A las 8 en punto las luces se apagaron y Los Tres aparecieron en el escenario. Por fin los ritmos jazz-bluesseros que tienen sus canciones en vivo. Casi una hora de puro hitazo, rola tras rola nos hacían brincar, bailar y cantar. El Palacio retumbó cuando Meme salió para “olor a gas” y casi se cae al final de “déjate caer” con la presencia de Ruben y Quique. Cerca de ser excelente, de no ser por el poco tiempo que tocaron y por los molestos rebotes de que se ha hecho fama el lugar. Aún así bastante disfrutable, mi rola “la espala y la pared”.
Le toco el turno a Zoe, el grupo por el que menos emoción sentía. León salió sin voz, pidiendo en cada canción que le ayudarán a cantar y, según me cuentan quienes estuvieron cerca del escenario, parecía que su cuerpo estaba saturado de sustancias químicas que afectaban sus movimientos. Contaron con la participación de Nick McCarthy, guitarrista de Franz Ferdinand, que, bien lo comento mi hermana, estuvo muy desperdiciado. Pésimo, el sonido horrible, el repertorio igual y el cantante insultando al público. La primera vez que los veía y no me quedaron ganas de volver a hacerlo, mejor escucho las pocas canciones que me gustan de ellos en disco.
Finalmente el maestro, Gustavo Cerati. Apareció detrás de una manta que simulaba la portada del más reciente disco, Ahí vamos, y mientras sonaban los primeros acordes de “juegos de seducción” su sombra se proyectaba sobre dicha manda. Comenzó a cantar
Sí, valió totalmente la pena asistir, tuvo sus detalles, pero al final salí con una gran sonrisa en el rostro y muy buenos recuerdos que disfrutaré hasta que la memoria me lo permita.