martes, octubre 28, 2008

No se vaya!!

Cuanto sentimiento y nostalgia hay en esa frase, y más cuando la persona que te lo pide es uno de los seres más inocentes, un niño, o en mi caso una niña. Esto me sucedió hace unas semanas cuando me despedí de la que fue mi alumna por casi 7 meses en una fundación que ofrece a los habitantes de la colonia donde se ubica regularización, clases de inglés, computación, orientación y sobre todo mucho amor. Llegue ahí al buscar una opción para liberar el servicio social que no fuera de tiempo completo. La primera vez que llegue vi un gran salón (que bien podría pasar por bodega), a lo largo de cada pared había pizarrones y un conjunto de bancas frente a cada uno, lo que formaba un grupo y yo me pregunté como era posible que se impartieran clases ahí, si no había división alguna entre un grupo y el otro. En efecto ese mi primer día me fue difícil dar la primer clase, además de los nervios de principiante estaba el hecho de que en efecto habían muchos niños y todos ahí dentro hacían demasiado ruido! Sin embargo llega un momento en el que te involucras tanto con tu clase y con tus alumnos que hasta puedes olvidar el ruido. Me toco estar en “Adultos”, que más adelante se llamo “Alfabetización”, cuando me fui era “Educación especial” y sabrá como lo llamen después, pero cada nombre describe los alumnos que atendimos. Se trata sobre todo de gente de bajos recursos, algunos no recibieron educación y otros están peleando por darles lo mejor a su familia, que en ocasiones es numerosa; gente que no tiene para pagarse un médico y menos un oftalmólogo, gente que vive violencia intrafamiliar, gente que desea superarse, gente que necesita una distracción, gente que quiere asesoramiento legal, gente que necesita quien la escuche, que necesita saberse “alguien”. Es cierto que de esto hay en todos lados y es cierto que en ese lugar lo conocí más de cerca, pero lo mejor de mi servicio social no fue el haber abierto los ojos a tantos problemas que tiene la gente, sino el haberme dado cuenta de cuanto cariño, comprensión, alegría y amor inspira toda esa gente, desde los niños hasta los padres. Personalmente me preocupaba realmente lo que iba enseñarles la siguiente semana y buscaba la mejor forma de hacerlo, constantemente dedicaba tiempo preparando las clases o investigando, no esperaba siquiera un gracias a cambio pero todo se compensaba cada que las niñas me abrazaban fuertemente, me daban 2 o 3 veces para despedirse …….. y sentí horrible ese día que Imelda me pidió que no me fuera. Crecí mucho como persona en ese lugar y me llevo cada experiencia, nunca las y los olvidaré.


María Auxiliadora Manos Abiertas es una asociación civil y sin fines de lucro que busca apoyar el desarrollo de la comunidad, todos los voluntarios provienen de la Unitec como prestadores de servicio social, muchos de ellos van además a aprender.